lunes, 12 de julio de 2010

ROCK EN APURIMAC Parte II

LA ABRUMADORA DECADA DE LOS OCHENTA (1980 – 1989):
Kenny V. Azurin.
Esta fue la etapa mas critica a la que nos enfrentamos los apurimeños, debido al conflicto armado entre el Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso (PCP –SL) y las fuerzas de seguridad del Estado. Discernir la pluralidad de opiniones sobre el rock de quienes vivieron aquella compleja realidad fue un poco difícil, sin embargo segmentamos la experiencia apurimeña de esta década en dos partes para disponer de una mayor síntesis, no sin comentar la aberrante experiencia a la que estuvimos expuestos a lo largo de esta década, consideramos oportuno, deliberar nuestra posición frente a los ensayos político militares, que lo único que hizo fue fortalecer nuestra convicción regional.
La quema de las ánforas y padrones electorales en mayo de 1980, por parte del PCP –SL en la pequeña localidad ayacuchana de Chuschi, la víspera de las primeras elecciones presidenciales que el país celebraba luego de doce años de incursión militar, fue un hecho declaratorio de guerra, que obligo al gobierno movilizar a las Fuerzas Armadas a las regiones de Ayacucho y Apurimac.
Entre 1980 y 1985 el PCP –SL, -luego de intervenir la hermana región de Ayacucho- inicia su operación en Andahuaylas. Antes de ingresar a la violencia, utilizo la operación “enganche”, (reivindicación compartida con la población), una estrategia que consistía en combatir el endémico problema del abigeato, para ganar una base social de apoyo a su “guerra popular”. Sendero Luminoso lentamente se expandió por las provincias del sur apurimeño; Aymaraes, Antabamba, Cotabambas y Grau, incluyendo las zonas altas de Abancay, empleando la misma operación y persistiendo con su formación ideológica. Para 1988 el PCP –SL había alcanzado su mayor desarrollo por toda la región de Apurimac; “con el respaldo de miles de simpatizantes”; obligando a los campesinos a colaborar y participar en sus iniciativas políticas.
Pero la campaña proselitista del PCP –SL, se había iniciado en Andahuaylas alrededor de 1975, sin despertar sospecha alguna; adoctrinando a comunidades campesinas, mediante el circuito educativo en los colegios secundarios por parte de docentes lugareños, que se habían formado en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga - UNSCH, y que habían retornado a su comunidad con la finalidad de formar cuadros para la lucha armada que el PCP –SL pretendía iniciar.
“…uno de los entrevistados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación - CVR asevero haber conocido a Abimael Guzmán Reinoso en la secundaria, cuando este dicto charlas en el colegio de Ongoy (Chincheros) en 1975 invitado por los docentes de ese centro de estudios. Charlas versados sobre la realidad nacional y el problema del campesinado,…” (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo IV, P. 288 – 2003).
El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación asevera que en 1980, las sospechosas acciones del PCP –SL fueron frustrados en la ciudad de Abancay, al pretender asentar su partido, mediante su circuito educativo y discurso radical, para lo cual busco ganar audiencia y hegemonía en el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Apurimac, hecho que genero el desencadenamiento de una fuerte confrontación con el PCP – Patria Roja.
Producto de estas acciones subversivas, las comunidades rurales emprendieron por abandonar sus tierras. Se dio inicio de este modo al éxodo de la población de Andahuaylas y Chincheros; cantidades de jóvenes procedentes de las zonas rurales prefirieron migrar a zonas urbanas más seguras, antes de caer en las redes del PCP – SL o en la cárcel acusados de “terroristas”, hecho que genero sustanciales pérdidas de fuerza de trabajo en los campos.
Por entonces la ciudad de Abancay aun se mostraba serena. La juventud urbana de entonces se volcaba a los cines y discotecas con total tranquilidad, cuando aquel 8 de diciembre de 1980, un hecho descabellado consternaba al mundo entero, la muerte de John Lennon; intérprete y defensor del movimiento pacifista más importante del siglo XX. Su desaparición dio apertura a una celebridad mítica, que a lo largo de los años configuro la escena musical contemporánea.
A la semana de su desaparición, se efectuó en nuestra ciudad un concierto en su memoria. El escenario del Cine Nilo congratulo a músicos y asistentes sumidos de aflicción, vestidos de color negro, para memorar la perdida de este legendario personaje.
Por otro lado la situación política en nuestra región se estaba agudizando, luego de una serie de atentados e intervenciones en Ayacucho, el PCP –SL inicia su primera acción ofensiva en nuestra región en 1981. El blanco, el puesto policial de Ocobamba en Andahuaylas (hoy Chincheros), obligando el retiro de los puestos policiales y la renuncia de las autoridades del Estado; desde entonces el avance senderista en la zona no hizo sino incrementar sus operaciones por distintas comunidades locales.
En marzo de 1982 se suspendieron las garantías en la provincia de Andahuaylas, pero la ola de violencia obligo al gobierno a prorrogar, en noviembre de 1982, el estado de emergencia en Ayacucho y Apurimac. El 6 de agosto del mismo año la provincia de Andahuaylas fue declarada zona de emergencia y el 30 de diciembre se creo la provincia de Chincheros dividiendo el territorio de la provincia de Andahuaylas.
Así como en Ayacucho el ciclo de violencia en Andahuaylas y Chincheros se incrementó y al ver la incapacidad del control por parte de las fuerzas policiales el gobierno constitucional Fernando Belaúnde Terry, opto por la respuesta militar al conflicto. El ingreso de las Fuerzas Armadas en la zona de emergencia para combatir la subversión fue dispuesto sin tomarse las previsiones necesarias para proteger los derechos de la ciudadanía. Por el contrario, la autoridad civil delego en las autoridades militares amplias facultades y renuncio a ejercer sus potestades para impedir o sancionar los graves atropellos contra la población”. (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo III, P. 38 – 2003).
La ausencia de medios directos que vinculen la relación entre la zona rural y urbana, aseveraron los contrastes, debido a la desalmada actitud de los dos frentes. La instalación del comando político militar, en 1983, incremento los niveles de violencia. Las Fuerzas Armadas ampliaron su presencia en Andahuaylas y Chincheros además del antiguo cuartel, instalaron otras bases importantes, como las de Chincheros y Ocobamba. El 30 de mayo de 1983 todo el territorio nacional se encontraba en estado de emergencia por primera vez, situación que se repitió seis veces mas durante el gobierno del arquitecto Belaúnde.
No obstante en nuestra ciudad de Abancay los hermanos Palomino Trujillo llegaron a armar una banda efímera entre 1983 y 1984 a la que llamaron Martin Wall, en alusión al vocalista Walter Sotelo Valer. En esta banda se inicia la carrera musical de Yván Palomino Trujillo un prodigioso guitarrista de solo dieciséis años. Martin Wall estaba integrada por Dorian Palomino se encargo de la batería y en algunas oportunidades tocaba la primera guitarra, Richard Palomino el bajo, Jesús Palomino se encargo de la segunda. Hubo oportunidades en que Juan Pérez los acompañaba en el órgano. Con Martin Wall los hermanos Palomino se focalizaron en los covers de bandas setenteras, con presentaciones en el Cine Nilo y el Coliseo de Pueblo Libre.
En julio de 1983 se derribo la discoteca la Choza, pero simultáneamente, fue construida la Choza 2000, diseñado por el arquitecto cusqueño Darío Morales “Arquitroncho”. La gente no desestimo en absoluto los cambios de La Choza 2000, no obstante la atención al público se efectuaba a puerta cerrada evitándose problemas con los militares. Muchos establecimientos comenzaron su atención desde muy temprano y cerraban antes del apagón de la media noche.
Pese a los problemas cotidianos, la Plaza de Armas se había convertido en el punto de encuentro debido a las cantinas, espacios donde se repletaban los jóvenes de distintas grupos sociales. Solo en esas circunstancias se dejaba manifestar algo de rock en nuestro medio.
La juventud apurimeña sobre todo urbana, que siempre tuvo una marcada influencia con la capital, debido a su constante sinergia, transportaba novedades, permitiendo la participación de quienes se quedaban en la ciudad. Desde siempre la clase media influyo fuertemente el desarrollo social y cultural de Abancay.
Pero los efectos de la violencia cada vez eran más notorios en la ciudad, la costumbre de instalarse en las esquinas a tocar música se fue perdiendo lentamente. La música sufrió un paulatino retroceso a lo largo de los ochenta. Pareciera que nuestra juventud se hubiera estacionado, mucha gente joven que salía de la ciudad no volvía nunca más. Sin embargo había rockeros, muchos de ellos setenteros. La ausencia de nuevos cultores del rock respondía a la falta de apertura para ampliar una línea propia en tendencia musical. Por otro lado la información de los medios de comunicación local se mostraba precaria y la información de los jóvenes que retornaban de la capital tampoco era suficiente para consolidar una escena local, por otro lado los músicos no habían desarrollado ninguna propuesta que permitiera su reconocimiento.
En toda la época de los ochenta, no se evidenciaron personajes extremistas o de underground en nuestra ciudad como se estaba gestando en Lima. No obstante, las cumbias se imponían en las fiestas sociales y el rock como en los setenta, mantuvo su posición como ritmo complementario durante los repertorios musicales. Orquestas como Impacto y RZ (Zodiac Raymi) de Andahuaylas conservaron los gustos colectivos durante casi toda esta década.




La segunda época de los ochenta fue aun más oscura sobre todo para la ciudad de Abancay, debido a la contención militar, se percibió una ausencia en los recitales, ya no había intérpretes y el desconocimiento informativo sobre el rock ocurrido en décadas anteriores comenzaba a verse cada vez mas distante. La brecha cultural era evidente y los medios radiales incapaces de cubrir las demandas juveniles optaron por mantenerse escépticos. La desaparición de espacios radiales de rock era muy notoria. La mayoría de los jóvenes estaban sumidos en la paliativa programación de las dos únicas estaciones locales (Radio Apurimac y Radio Abancay) y Radio Andahuaylas en el otro extremo de la región, solo el programa televisivo Disco Club de Gerardo Manuel se corono como el único medio sintonizado que permitió a los jóvenes conectarse con el rock.
Si bien durante 1984 y 1986 la proliferación del rock en castellano, embelesó a los empresarios radiales de la capital, este fenómeno jamás se reflejo en nuestro contexto, debido a la ausencia de dichas señales en nuestro territorio local.
Fue en julio de 1986, cuando el PCP – SL realiza su primer enfrentamiento con el Ejército en Apurimac, en la comunidad de Soccos y el 11 del mismo mes perpetro el ataque al puesto policial Chacapuente, ambos en la provincia de Aymaraes.
Entre julio y agosto de 1987 la provincia de Abancay sufrió una serie de golpes, el PCP –SL lucho por tomar el control de carreteras y puentes que conectaban con la capital apurimeña, asimismo se produjeron varios ataques a poblados y comunidades campesinas.
“Durante el resto del año, la violencia se extendió a la provincia de Grau y Cotabambas”. (…) El 23 de septiembre del mismo año, la provincia de Aymaraes fue declarada en estado de emergencia. Un año después, en septiembre de 1988, dicho estado fue extendido por todo el departamento de Apurimac”. (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo VII, p. 289 – 2003).
Sangrientas hazañas se gestaban a espaldas de la población urbana, los enfrentamientos, ataques y asesinatos de campesinos aumentaron y se expandieron por toda la región. Los ataques a puestos policiales (como el de Chuquibambilla, capital de la provincia de Grau, el 12 de septiembre de 1987), el sabotaje de puentes y carreteras de las provincias de Aymaraes, Cotabambas, Grau y Antabamba.
Hasta que finalmente la violencia se presento en nuestra ciudad, dos hechos violentos conmovieron a toda la población urbana. Por un lado el oscuro asesinato del prefecto de la ciudad de Abancay, Víctor Urbiola Valer, junto a su menor hijo que corrió la misma suerte, aquel 9 de agosto de 1987. Por otro lado el ataque al penal San Idelfonso, el 7 de noviembre de 1988, sumado de los varios asesinatos de autoridades locales (alcaldes, teniente alcaldes, gobernadores, etc.), que permitió la irrupción del Ejército en nuestra ciudad. Convirtiendo las instalaciones del colegio Miguel Grau en su cuartel principal.
La ciudad de Abancay comenzaba a fragmentarse cada vez más; era doloroso ver el despoblamiento de importantes familias, abandonando sus propiedades para jamás retornar, nuestra reducida clase media, abandona la ciudad y se marcha en busca de un espacio donde pueda encontrar mejores oportunidades para su “futuro”.
A raíz de estos hechos se instalaron alrededor de trece bases contrasubversivas, en toda nuestra región, la base de Abancay, Santa Rosa, Capaya, Sañayca, Chalhuanca, Cotaruse, Quillcaccasa, Chuquibambilla, Antabamba, Totora, Oropesa, Coyllurqui y Haquira, que iniciaron una represión indiscriminada contra las comunidades campesinas de la zona reproduciendo el mismo patrón de violación de derechos fundamentales que en el departamento de Ayacucho y Huancavelica algunos años antes. (…) “Además queda el recuerdo vivo de varios desaparecidos en las bases militares, entre las cuales se señala como la mas brutal la de Capaya, en Aymaraes sobre la cual la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha recibido diversas denuncias con respecto a la existencia de fosas clandestinas.” (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo IV, P. 339– 2003).
Los apagones en las distintas ciudades de Apurimac se presentaban frecuentemente aterrando a los pobladores. Las fiestas juveniles nocturnas de la ciudad de Abancay estaban prohibidas, en 1987 un concierto de rock organizado por la cerveza Cusqueña fue interrumpido porque cortaron la luz como a las doce de la noche.
Las fiestas había que armarse desde muy temprano, para terminar antes de las doce de la noche, muchos de los eventos sociales fueron estropeados por la policía o el ejercito, estos ingresaban a las discotecas frustrando la diversión de los jóvenes, aquellas personas que no portaban sus documentos, sencillamente eran detenidos y estaban condenados a pasarlo durante la noche entera, hacinados en hediondos calabozos hasta el siguiente día. El trato era verdaderamente discriminante y hasta delincuencial, los militares buscaban los medios más ridículos para intimidar a la población, nadie soportaba las afrentas de los castrenses.
“Con Sendero Luminoso en los ochenta no había rock en vivo en Abancay, solo en las discos y a puerta cerrada, a los cachacos los mandaba a la mierda, porque era denigrante y bestial cualquier ideología sea de izquierda o derecha, (…) yo jamás he tenido vinculo político, ni con la iglesia, siempre he detestado los divisionismos porque atentan contra la dignidad”. (Navil Abuhadba Odicio, músico y melómano).
Se estaba dando los primeros signos de la huachafería, que posteriormente se volcaría por nuestras calles, era irrisible ver a enclenques uniformados, procedentes de los confines mas inhóspitos del altiplano, darse la libertad de hacer lo que les venia en gana, salían por las calles de la ciudad agrupados, mancillando a pobladores y policías totalmente alcoholizados, sus encuentros orgiásticos nos recordaba a los indios de Arguedas o aquellos que describe Raimondi con ironía, tras sufrir el robo de uno de sus importantes apuntes sobre su expedición al Apurimac, al afrontar el humor de los autóctonos de la periferia cusqueña. No solo había que tolerar el humor y el libertinaje de los militares, sino la presencia de mercachifles y comerciantes de esos mismos lugares, que comenzaban a instalar sus tiendas de plástico, convirtiendo a nuestra ciudad en un circo abigarrado y chicha.
Pero las noticias de las violaciones más denigrantes que procedían del interior de la región; apenas tenían un tibio impacto social. ¡La humillante actitud por parte de algunos oficiales “blanquiñosos” que junto a esa voraz y embrutecida masa de “indios” uniformados, enrabiaban a más de un ciudadano Apurimeño! El dolor se agudizaba mucho mas en los espíritus sensibles; solo quedaba observar los atropellos sobre nuestros campesinos apurimeños.
Casi a diario nuestros pobladores rurales venían a la ciudad, entre lagrimas y llantos denunciando por los medios de comunicación la desaparición de sus ganados, únicos recursos que les servia para el arado de sus tierras, asimismo los reclutamientos eran constantes hasta hubieron desapariciones de muchísimas personas, pero lo que mas conmovió a la población en general, fueron los ultrajes que sufrieron nuestras mujeres del campo. Jóvenes y adultas fueron transgredidas por más de un soldado; muchísimas de ellas llevaron en el vientre la rabia de una repugnante experiencia, traumas que jamás fueron reveladas plenamente, las denuncias eran inútiles, nadie los escuchaba, nadie apago esos llantos jamás.
La penosa realidad obligo la convulsiva migración de los campesinos hacia las ciudades de Abancay y Lima, abandonaron todas sus propiedades, animales y cultivos, y se instalaron en los alrededores de la ciudad. La situación se agudizo más con la crisis económica que sufrió el país; la carencia de productos de primera necesidad movilizo a muchas familias exasperadas, varias empresas locales sufrieron los embates del quiebre, el ciudadano debía de madrugar desde las tres horas de la madrugada para formar inmensas colas solo para conseguir algo de azúcar.
La población urbana, los medios de comunicación y las instituciones públicas se encontraban sumidos bajo el control absoluto de ambas fuerzas en conflicto, y las dirigencias sindicales habían desaparecido completamente. Los medios de comunicación estaban prohibidos de difundir cualquier comentario que despierte la turbación colectiva; pero mal que bien los canales alternos, cumplieron un importante papel facilitando la información a la población urbana.
“Mientras todo eso ocurría nuestras autoridades políticas se ocupaban en disputas domesticas y de poca trascendencia, jamás se preocuparon por resolver los problemas mas importantes, como la intervención de nuestra ciudad, ahora allí están los resultados, tenemos una ciudad sin zonas ecológicas, ni jardines, sin lozas deportivas, todo es una selva de cemento”. (Charles Palomino Trujillo; músico).
“Entre 1988 y 1989 el terror obligo a los pobladores de Tambobamba a emigrar masivamente hacia Cusco y Abancay, por el temor a caer en manos de los terroristas. La situación era similar en Antabamba, donde los asesinatos generaron un flujo migratorio hacia Abancay sin precedentes” (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo IV, P. 338 – 2003).
Si bien el ciclo de violencia en Andahuaylas y Chincheros, había terminado en 1987, pues en junio de 1988 Andahuaylas y la provincia de Cotabambas fueron declarados en estado de emergencia por treinta días.
“Los enfrentamientos eran constantes entre los comités de autodefensa de las comunidades alejadas y el PCP – SL. “Uno de los mas cruentos ocurrió en la comunidad de San Francisco (Abancay), el 28 de febrero de 1989, cuando 30 ronderos fueron asesinados, y el ocurrido entre el Ejercito y el PCP – SL en Tambobamba (Cotabambas) el 6 de mayo de 1989.” (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo IV, P. 291 – 2003).
Entra la conmoción y el barullo político militar, se armaron en nuestra ciudad de Abancay, bares como el Danubio Azul y el Girasol, que de cuando en cuando difundían rock. A la fecha aun no contábamos con ningún establecimiento temático que difunda buena música, sin embargo, estas instalaciones permitieron la concentración de nuestros jóvenes, facilitando su interacción de siempre.
“Por otro lado nos íbamos al campo desde muy temprano portando una grabadora, acompañado de amigas y alguna bebida. Esa practica era usual para escuchar música y alejarse del toque de queda”. (Luis Vergara; rockero).




En esa vulnerable circunstancia aparece una nueva señal radiofónica en nuestra ciudad, que tomaría el nombre de Inti Radio, con una propuesta distinta en cuanto a programación, permitiendo la participación de varios jóvenes en el campo de la locución. Yuri Meléndez, se impone en el escenario urbano con su programa Vibraciones en 1988, espacio muy conocido que se emitía de lunes a viernes entre las seis de la tarde y ocho de la noche.
“En un principio el programa se transmitía por Inti Radio y luego por Radio Panorama. La propuesta del programa surge ante la necesidad del público rockero. A la fecha nadie se había preocupado de darle un espacio exclusivo al rock desde la radio. Trabajamos en función a esta necesidad coyuntural, no fue nada fácil ya que la singularidad del proyecto afectaba la línea musical de la emisora, sin embargo se percibía la extrañeza de nuestro público por las dos horas que duraba el espacio. El programa estaba acompañado por amantes del rock, personas mayores como Lucho Farfán, Hugo Luna, entre otros conocedores del tema, quienes se identificaron con nuestro programa, su colaboración ayudo mucho en la implementación del material discográfico y la información que por entonces era muy escasa. Había revistas especializadas que circulaban entre los amigos y los comentarios emitidos por la radio se fundamentaban gracias a la información que recibíamos. Cabe mencionar que el espacio estaba matizado con canciones de AC – DC, Live Evil, Black Sabbath, Jimy Hendrix, Carlos Santana, Frágil con su característica Avenida Larco, U2 con Domingo Sangriento, o Días de Año Nuevo, Dire Straits, entre otros. De hecho existían temas viscerales, que lentamente fueron aceptados por el publico”. (Yuri Meléndez, locutor).
Junto a Yuri Meléndez estuvieron Jhonny Gutiérrez, Kilder Sotomayor, Vladimir “El Zorro” Alarcón, Jaime Gutiérrez y entre otros, quienes hicieron una locución meritorio respecto al rock. De este modo el género lentamente estaba recuperando su imagen. Formando ya, parte de las fiestas sociales organizadas por asociaciones juveniles y promociones escolares.
Entre 1987 y 1989 se había producido un abandono creciente de los cargos municipales. La “vacancia municipal” por abandono de cargo, situación inexistente en la ley –fue un fenómeno que se extendió en los departamentos afectados por la subversión o declarados en estado de emergencia. De las siete provincias apurimeñas cuatro estaban con cargos vacantes; 45 distritos afectados, 18 consejos distritales afectados, 37 cargos vacantes distritales, doce cargos vacantes provincial”. (Informe Final, Comisión de la Verdad y Reconciliación Perú, Tomo III, P. 62 – 2003).


Gilbart Vargas Contreras lider y vocal de Fuerza Rock.

A mediados de 1989 ocho departamentos se encontraban en estado de emergencia, entre ellos Apurimac. Ese mismo año sucede un hecho excepcional en nuestra ciudad, Gilbert Vargas Contreras, un talentoso adolescente que luego de indagar e improvisar en el terreno musical por casi cinco años, logra reunir a un grupo de amigos (compañeros de promoción escolar) para armar una banda. Lucho Sosa, Abraham Tacca, los hermanos Fernando y Raúl Lívano Luna, no desestimaron su propuesta. De este modo se forma, lo que se podría denominar, una de las bandas mas consagradas de la región, por su larga trayectoria histórica, además de ser un referente importante en la escena local, la banda se denomino Fuerza Rock. A partir de entonces nuestra ciudad daría inicio a un despegue de propuestas muy interesantes, sobre todo en el campo de la locución radial y el desarrollo de un circuito que no desestimaría su crecimiento paulatino.



Gilbert Vargas tenia la idea de formar un grupo de rock desde 1985, cuando aun contaba con trece años, y al ver que no podía comprar una guitarra eléctrica, se propuso a construir un bajo y una segunda guitarra, mediante referencias manuales, que tenia a la mano. Armar una banda en esas circunstancias resultaba descabellado, no solo debido a las limitaciones técnicas, sino económicas; sin embargo el entusiasmo de Gilbert fue tan motivador que impulso al grupo al desafío, en una coyuntura en que no existía una escena propiamente dicha, peor aun la brecha y el desconocimiento sobre lo ocurrido en los sesenta y setenta, con respecto a la música era casi nula, sin embargo se armo la banda. Fuerza Rock estaba conformado por Raúl Lívano en la primera guitarra, Fernando Lívano en la batería, Gilbert Vargas Contreras en la segunda y Lucho Sosa en la vocal. Tras la renuncia de Sosa, los hermanos Miguel y Manuel Araujo Peña, se incorporaron a la entonces, única banda de rock de nuestra región.


“En esa época todo era hechizo para las bandas, la batería a base de cartón y alambres, el bombo lo hicimos de cuero de venado, para los tones utilizamos las películas de rayos x, usábamos una pandereta a modo de platillo y las guitarras eran artesanales, desde las pastillas”. (Navil Abuhadba Odicio, músico y melómano).
Pese a ello Fuerza Rock salio al escenario por primera vez, justo al mes de su formación, sintonizando en los covers de Queen, The Police, Deep Purple y rock en castellano.
“Organizamos un varieté en el Cine Nilo, junto a las chicas del colegio Santa Rosa, que también hicieron su presentación, el recital fue complementada con una película, el teatrín estaba repleto de publico y el éxito de la banda fue total”. (Entrevista a Gilbert Vargas Contreras ex integrante de la desaparecida Fuerza Rock).
La aceptación publica de Fuerza Rock, fortaleció la convicción de sus integrantes, certificándoles en sus futuras presentaciones, una vez que la banda estuvo cohesionada fue invitada a la ciudad de Andahuaylas para un recital.




Fernando Livano baterista de Fuerza Rock.


El año de 1989 fue uno de los más difíciles de nuestra historia republicana, pues significo el clímax de una crisis económica casi sin antecedentes, acompañada de un agudo trance político que debilito la estructura de los partidos tradicionales, que gestarían el parto de lideratos informales autotitulados “independientes”, convergiendo en una inédita hiperinflación jamás vista en la historia del país.
Ese mismo año aparece en nuestra ciudad la primera estación radial en señal de frecuencia modulada; Radio Sandy, con una variada programación musical, seguida de un florecimiento de medios comerciales como Radio Panorama, Radio Concierto, entre otros. Estaciones que directa o indirectamente estuvieron vinculados al rock mediante una diversidad de programas, desde el Pop más insípido hasta el rock mas duro. La apertura al rock en castellano, formaron parte del repertorio. La aparición de las mencionadas estaciones radiofónicas, concordaba con el crecimiento de la tasa poblacional de la ciudad de Abancay.
De todas estas estaciones, Radio Concierto fue la que tuvo mayor revuelo, por ser la primera estación rockera de nuestra región apurimeña. Fue meritorio el papel que desempeño esta radiofonía en el escenario local, una estación fresca, plausible a la locución y programación experimental, Con Radio Concierto se da inicia el desafío de formar futuros locutores que destacarían en la siguiente década, cohesionando a un publico ávido por manifestarse, finalmente la juventud había encontrado un medio donde manifestarse libremente.
La persistente competencia se demostró desde las cabinas radiales, remozando una nueva comunidad de jóvenes que asistían al escenario social, en la práctica de un discurso distinto, en realidad se trato de una reciproca manifestación producto de la contención coyuntural.




Es importante señalar que durante los ochenta no hubo signos claros en la formación de bandas que denuncien las asonadas perturbaciones político militares, como ocurría en la comuna underground (subterráneo) de Lima. Fuerza Rock, como única banda local, opto por inmiscuirse en un rock más clásico y se alejo explícitamente de las apetencias subterráneas. Tenemos entendido que el rockero de nuestra región casi nunca se empecino por desarrollar temas político-sociales o de coyuntura, obviaron los corolarios de protesta y se enfocaron en la estética de las agrupaciones británicas y norteamericanas de los setenta. La inclinación por la asonancia de la guitarra bluesera, es un claro ejemplo, que se dio inicio precisamente a finales de los ochenta y, que se convertiría en una tradición a lo largo de los años ulteriores.





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