martes, 8 de septiembre de 2009

LEYENDAS URBANAS DEL ROCK EN ABANCAY


LA JUVENTUD ROCKERA EN APURIMAC.

Kenny V. Azurin.


Se trata de un conjunto de jóvenes con cierto grado de potencialidad en el desarrollo de sus facultades sensoriales y que han tomado la música como un recurso indispensable para enaltecer su sensibilidad y desarrollar sus facultades personales. Practica sostenida por una insondable reciprocidad comunitaria y autorreguladas mediante valores que definen la identidad de sus miembros.

Al hablar de rockeros nos referimos a una subcultura urbana que se diferencia por el valor y las interpretaciones instructivas que depositan sobre este género. La nostalgia por el rock no es otra cosa que la trascendencia que este adquiere en el ejercicio formativo de sus integrantes, un valor intrínseco vinculado a sus formas de ser, que pueden ser coyunturales o perdurables en su vida.

Los rockeros abanquinos son jóvenes urbanos, usualmente dependientes de la economía de sus padres, que proceden de los estratos intermedios de la clase media apurimeña, emergentes, migrantes, hijos de músicos o conciudadanos que retornaron a la región.

La subcultura rockera es un crisol social en permanente movimiento, por ella se filtran músicos, seguidores del género, locutores, coleccionistas de discos o melómanos, etc. Se encuentran informados permanentemente, sea intercambiando discos, conocimiento o practicando música.

Poseen fecundas motivaciones y amplio sentido críticos, frente a la realidad, buena parte ellos atesoran su espíritu rebelde ante las animadversiones socio - políticas y culturales del país.

Sus criticas están enfocadas al que denominan cultura basura, impuestas y promocionadas por los medios de comunicación tradicionales. Además existe en ellos hostilidad hacia las entidades culturales del Estado, el descontento con la sociedad y en lo mas extremo su oposición a los valores familiares.

“Porque estamos hartos de vivir presos de la sociedad, del gobierno autócrata y de los viejos,…algunos por aparentar o porque no tiene otra cosa que hacer, mientras que otros por idiotas”. (Richard Quichua Cueva, rockero).

El rockero citadino es un ser sensible de la realidad circundante y del mundo. Entiende la conducta de la modernidad y la afiebrada lucha del sistema tradicional por resguardar la llamada soberanía nacional, entiende también el profundo temor de la mayoría social en asumir la modernidad, concibe que toda esta práctica genere un fratricidio cultural.

El joven apurimeño piensa la identidad como un proceso activo, que se va construyendo mediante el sentido común, pone en juicio la llamada “identidad”, reducida al espacio, que se arrastra como significante histórico, sabe que ese enfoque anula el desarrollo integral del hombre. El rockero denuncia los conceptos tradicionales de resguardo, los trastrocamientos psicosociales y el paternalismo. Lucha por una libertad espacial, que le permita definir su identidad personal frente a la sociedad.

Entiende que la sociedad avanza a un ritmo vertiginoso y que la región apurimeña (debido a la apatía de sus autoridades políticas) sigue postrada, fragmentada y que no ha llegado a consolidarse socio culturalmente como una región activa. Son muchos los factores que lo vuelca a la reflexión, desde las razones históricas, político-sociales, tecnológicas o las ofertas culturales que la globalización propone. Los jóvenes rockeros son también conscientes de la información que bloquea los sentidos de la sociedad, lucha por encontrar y querer oír algo mas humano, profundo y sincero.

Quizá para la percepción de los “muchos”, la práctica musical o la melomanía en ellos, se resuma a lo impertinente, tan solo por lo que huyen de la formalidad convencional del Estado, la sociedad y de la propia familia. El espíritu de fraternidad que caracteriza a nuestra sociedad juvenil es un recurso indispensable, en la aceptación de cualquier fenómeno externo como el rock. “El rock como manifestación cultural, es regenerativo y cambiante, se adapta a las diversas culturas con las que interacciona. El ser humano, inteligente y evolutivo, ha hecho del rock a lo largo de su historia una forma de manifestación a la que ha ido incorporando matices y rasgos musicales, literarios y emocionales de sus propias vivencias socio culturales” (José Antonio Ulloa, Las Nuevas Formas de Promoción del Rock Hecho en el Perú, 2003).
El rock tiene una significancia inconmensurable en los jóvenes apurimeños, porque es un idioma que los unifica e integra mas, además de permitirles establecerse en todo tipo de circunstancia, afirman que si no tuvieran acceso a la música, serian una sociedad desadaptada al mundo real.

Ejercer el rock forma parte de una consciente modernización que les permite la construcción de una sensibilidad y estética nueva, una manera de entender el lenguaje apurimeño, ese es el caso de Uchpa o Warma Llaque, bandas que en su música condensan el carácter y la gestualidad que encubre la cultura autóctona, conectándose hasta en el más insipiente melómano.

Si estas prácticas no son categorizadas como determinantes estéticos, que particularizan el sentido contemporáneo de nuestra juventud, entonces habrá que inventar otra delirante (discurso) que posibilite un entendimiento “jubilar y profundo” a fin, a los sueños de los espíritus muertos, que bastante daño vienen ocasionando desde hace mas de seis décadas.

No es casual que a lo largo de la historia del rock apurimeño, los esfuerzos transitaron por hueros infortunios. Fueron muchas las generaciones jóvenes que arriesgaron con arrojo sus aptitudes por esta música, gran parte de ellos no han llegado a satisfacer sus propias aspiraciones, ni mucho menos las esperanzas del publico. El rock en nuestro medio jamás anduvo debidamente estructurado motivo por el cual las bandas tuvieron una serie de factores que los obligaron a desaparecer prontamente. La intrascendencia de este género en nuestro medio, obedece a una serie de factores y una de ellas es la desatención de las instituciones (adultas) culturales, académicas y políticas de la región.

LA JUVENTUD Y LA MELOMANIA EN ABANCAY.

Kenny V. Azurin.


Melómano, es un termino que proviene del termino griego meloj, canto acompañado de música y mano. Que significa una persona que tiene un fanatismo desmedido por la música, es el que hace de la música una forma de vida y que no puede dejar de oírla.

Posee una prodigiosa virtud como para penetrarse en las melodías y adjetivar voces, sencillamente porque es un observador que se encuentran fuera de los músicos, pero se sumerge en las entrañas de la música y adquiere la consciencia de que en realidad no hay nada que decir respecto a ella. Por más que trate de contar su experiencia musical, sus palabras no logran satisfacer su necesidad, esa es la nostalgia del melómano.

El melómano no produce música, generalmente es un consumidor, esta a un paso de ser critico que músico. Es un individuo culto que pasó a la historia por llevar una indumentaria o por defender el nombre y los gestos de su ídolo. Disfruta de los placeres emocionales que le proporciona la música fresca. El melómano es activo y busca constantemente nuevos ritmos, es como si le faltase algo y va encontrando distintas fuentes para satisfacer su necesidad interna y, puede volver a oír una música con la misma intensidad.
“Almacena discos, es un coleccionista delirante, de grabaciones, en acetatos y elepés, prensados en distintas revoluciones cuando la industria discográfica no era aun el terreno fértil para la piratería publicitaria”.
Existen personas que demarcan la diferencia entre un coleccionista y un melómano. Si bien ambos son cultores de la música, el primero se satisface con tener objetos discográficos que no necesariamente los escucha. Sin embargo tiene una extraordinaria disciplina para conservar discos (fetiches), afiches, etc. El coleccionista es una persona preparada que se preocupa por la obra sonora, la historia sobre los grupos, sus grabaciones, etc. y no hace luz de la tendencia que acaba de descubrir.
El melómano en cambio es un consumidor del mundo sonoro, cualifica su valor estético y filosófico y, tiene una interpretación propia sobre los discos, deshecha la historia o las grabaciones de las bandas; tiene una inclinación independiente, solo para satisfacer su sentido auditivo; un vicio que no le genera problemas mayores, aunque para algunos su actividad se convierte en una obsesiva y recurrente manía.
No obstante ambos son elementos necesarios como fuente de consulta. Si bien en nuestro tiempo se esta perdiendo la mística del coleccionista, debido a los impactos de la tecnología, al reducir el valor objetual de los discos, hay también una espléndida costumbre en los jóvenes por bajar discos del Internet y conectarse mas con el rock.
El melómano es una individuo poderosamente influyente con su entorno, es un elemento acreditado para propagar la música en cualquier persona, a través de el, se puede llegar a descubrir el valor de un genero. La práctica de la melomanía en nuestra ciudad de Abancay es auténtica y muy significativa. A lo largo de la historia del rock en nuestro medio el aporte de los melómanos, consolido la progresiva formación de los iniciados en el rock. Para ser mas precisos se les puede distinguir entre los amantes del blues, el rock & roll de los setenta y el propio metal. En la actualidad es un fenómeno substancial que define la pasión de los neófitos rockero apurimeño.

“Antes habían muy pocos coleccionistas, ahora hay un montón, me atrevería a decir que en la actualidad no existe chibolo que no le guste el rock”. (Ulises Caballero Valenzuela, integrante de Skunk).

La pervivencia y sostenibilidad de la cultura rockera es nuestro medio se debe no solamente al oficio de la música, sino a la practica de la melomanía de muchísimas personas, las mismas que incurrieron en el ejercicio de la locución, recitales y conciertos.

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